Últimos poemas del año
Los versos
de mis manos llevan tu nombre,
puedo sentir
como recorren mis yemas
y pasan
lentamente por mi pluma
hasta
impregnarse en el papel,
como tus
ojos, en mi corazón.
***
Y vuelve el
insomnio a rascarme la espalda,
el deseo del
cigarro por la madrugada
las ganas de
robarme tu boca
y de
ahogarme en mi almohada.
***
Me dijo que
las mejores
historias de
amor suelen
tener nombre y apellido,
entonces me
puse
a escribir
el suyo por las paredes,
dentro de la
solapa de mi abrigo,
en el fondo
de la caja de cereal
que se
arrancia en la alacena.
***
De repente
todo se vuelve bruma,
llega la
soledad con su olor a sal
y la tarde
se convierte
en un nido
de nostalgias,
como tu
nombre cuando me faltas.
***
Miras como
quien nada espera,
tu silueta
rompe el horizonte en la playa
y tu espalda
dibuja el camino
de quien va
a ninguna parte.
***
Llega el
invierno despacio,
se va filtrando
por las hendijas de mi casa
removiendo
el polvo y la esperanza,
da golpecitos
en el corazón
buscando un
hueco donde asirse
y agrandar
las soledades,
dando
tumbos, baila por las habitaciones,
hiela con
sus brazos la flores
y se va
bailando cadenciosamente
un vals que
nunca llega.
***
Vino el
domingo con el sol
de tu mirada
a iluminar mi cuarto,
a entibiar
la sangre de mis manos
y a borrar,
con ese rayito,
la tristeza
acumulada en la ventana
tras cada
amanecer,
pero siempre
cuesta trabajo despertar,
palpar la
luz de un día nuevo
y lavarse la
cara del pasado.
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