Así
Como esa pequeña gota de agua
que se aferra el cristal
después de la tormenta,
-como una lágrima del cielo en mi ventana-
así me aferro yo a tu boca,
sin más que mi sonrisa hecha escombros
y mis maletas vacías de la última mudanza,
con la sed de siempre
que cuaja mi sangre
hasta el delirio de tus ojos
y me lleva a buscar con mis dedos
la tibieza de tus manos,
a sentir el pulso de tu corazón
inundando mis espacios.
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