Mensajes al pairo
Mensaje de ocio para pasar la tarde
En la calle suena un radio a todo volumen, el ruido de los
motores, los claxon y el murmullo de
esta ciudad que se pierde entre los nadie; mientras tanto yo juego en mi
oficina a tejer palabras y a sumar números. En el mundo sobran palabras para
nombrar las cosas, en un idioma u otro nos hemos dado a la tarea de designar a
cada objeto una serie de grafemas que lo describan y vuelvan único, sin embargo
a veces erramos en esa labor y no atinamos a trazar con precisión su esencia.
Entonces pienso en ti y veo que también
me hacen falta palabras para delinearte
con mis manos, que habría que inventar otro leguaje para escribir tu
nombre, encontrar entre la A y la Z todos los “te quieros” escondidos, los
huecos donde cabe tu nombre, las letras
que esconden besos y abrazos, hallar los
verbos que determinan tu sonrisa, las comas de tus labios.
***
Muñeca rusa
Imagina que
este poema
es una
muñeca rusa,
que debajo
de esta estructura
de tinta,
papel y madera
se esconden
las mismas
palabras repitiéndose
una y otra
vez:
Te quiero,
te quiero, te quiero…
Así, hasta
el infinito.
***
Apéndice de soneto
Que alcancen
estos versos a deshoras
a borrar tu
cicatriz con un soneto,
cual pomada
milagrosa de panfleto,
que venden
de noche las televisoras.
Al diablo
con las regañonas doctoras,
si me sacan
de tu cuarto arremeto
contra sus
ibuprofeno y receto:
cápsulas con
mis palabras redentoras.
Poco
importan las huellas de tu vientre,
con sabor a
sal, fuego y caramelo,
apéndice de
paz a quien lo encuentre,
inspiración
de cantantes catalanes
y aunque yo
sea poeta de medio pelo
te regalo
mis versos de tulipanes.
***
Hoja de Word
Tú dando
vueltas en mi página
de Word en
blanco:
Tú en Negritas
Tú en subrayado
Tú en cursivas.
Tú escondida
en cada viñeta,
bordeando los
márgenes
con tu
nombre a minúsculas y MAYÚSCULAS,
enlistando
verbos transparentes,
enumerando
caracteres,
tú debajo de
cada tecla esperando
llenar mis
palabras.
***
Ese te quiero
El “te quiero”
que te quiero decir
son de esos
que quizá la gente
no está acostumbrada a escuchar:
te quiero.
***
Tú
Y pienso en
ti,
más que nada te recuerdo
como una
dulce palabra,
una sombra
debajo
de todas las
cosas,
como un
sueño que vieja
noche tras
noche por mi almohada.
Venciendo kilómetros
y horarios,
te recuerdo,
o más bien,
pienso en ti.
***
2426 kilómetros
Otra vez,
otro aeropuerto,
otra maleta
y el mismo recuerdo,
la misma
idea dando vuelta,
como
pasaporte o tarjeta
de embarque
a mi corazón.
Vuela tu
nombre con un te quiero a mi lado
como inmigrante
sin fronteras
oculto en el
bolso izquierdo de mi chaqueta
sobre 2426 kilómetros
de besos.
Roberto Noguez Noguez
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